Ante la noticia de que EEUU desplegará un total de 5.200 soldados en su frontera con México durante este fin de semana para –según fuentes del ejército de EEUU– “fortalecer y asegurar la frontera, brindando apoyo a los efectivos de protección fronteriza para que puedan cumplir labores de vigilancia”, desde la Asociación Rumiñahui instamos a todos los gobiernos a cumplir los derechos humanos de todos aquellos que forman parte de la caravana de migrantes y a invertir en empleo, educación, seguridad y, en general, en desarrollo en Centroamérica para que, de esta forma, puedan ofrecer a sus ciudadanos aquello que ahora no encuentran: trabajo y seguridad.
Datos sobre esta caravana
La caravana partió el pasado 12 de octubre de la ciudad hondureña de San Pedro Sula. Está formada por hombres y mujeres jóvenes con niños que huyen de la violencia, la pobreza y la corrupción en Centroamérica. La mayoría son de Honduras, pero se han sumado también centenares de personas de El Salvador y Guatemala.
A lo largo de los años, grupos activistas mexicanos organizaron caravanas para atraer la atención a las penurias de los buscadores de asilo, especialmente de Centroamérica.
Pero la caravana de este año parece ser la mayor de todas.
A diferencia de caravanas previas que fueron organizadas generalmente en México, ésta comenzó espontáneamente en Honduras con unas 160 personas saliendo de la ciudad de San Pedro Sula.
El grupo creció a más de 1.600 cuando alcanzó la frontera con Guatemala, alimentada por información del boca a boca y la cobertura de la prensa, al tiempo que el presidente estadounidense Donald Trump tuiteaba sus fuertes críticas a la caravana.
Los migrantes se agrupaban cada vez más para viajar a México, con la idea de que la peligrosa travesía es más segura en grandes números. En la actualidad ya se habla de más de 7.000 personas que se dirigen hacia la frontera de EEUU.
Trump dice que no se permitirá la entrada de los migrantes. Sin embargo, la ley estadounidense otorga a quienes huyen de violencia el derecho a solicitar asilo.
Foto: Reuters